Que Otros Sean Lo Normal – Hoy: Tiempo de Desmalezamiento

Tiempo de desmalezamiento

 

“Los yuyos que son más buenos y sirven para el amor

son los que se crían alto para esconderse mejor.

Cola ’e quirquincho el hombre pa´ esquivar la gravedad

peperina que apacigua y calma esta ansiedad

las chinitas prevenidas toman el aguaribay

así seguirán solteras, tranquilas, en libertad”

La curandera – Romina Caninastro

 

¿Una mina fácil? la que aceptó la propuesta rápidamente, sin vueltas, no tuviste que hacer mucho para que ella acceda: una puta. ¿Una histérica? la que te dijo que lo iba a pensar, que tenía muchas cosas que hacer y que iba a pensarlo… que podría ser… ¿y la que se hace la difícil? dijo que no, “pero en el fondo seguro que en realidad quiere”. Entonces él seguirá insistiendo hasta que por complacer o por hartazgo acceda a la  propuesta… y “viste? al final sí quería…”. Al final, la respuesta es lo menos importante porque, lo que está en juego en realidad, es el hecho de la conquista, la medición del poder de uno hacer propio algo, un objeto de deseo. La invitación es que otros sean lo normal porque nosotros/as/es no queremos más ser esta normalidad de sociedad.

Con este primer ejemplo, vemos que la mujer se ha constituido en un territorio a conquistar, de disputa, del cual se quiere hacer uso y gozar de sus beneficios, explotar sus riquezas, obtener frutos, saquear. Ha sido un espacio a ganar, a vencer por sobre otros contrincantes y una vez apropiado, debe ser delimitado y resguardado de otros apropiadores con un cartel de “propiedad privada”.
La tierra ha sido saqueada de sus especies nativas y ha se la ha invadido con especies extranjeras que dañan su esencia. Al mismo tiempo, muchas narraciones de nuestros antepasados simbolizan a la tierra en el cuerpo de las mujeres y al cuerpo de las mujeres con la tierra, por la fertilidad, donde la semilla brota y crece el fruto… madre tierra…  de ella crece todo lo que necesitamos para vivir y somos en ella.

Ahora bien, siguiendo esta premisa, les invito a hacer nuestra propia huerta. Hablemos de cuidarnos a nosotras mismas, nosotros mismos, nosotres mismes. Hablemos de regar, sacar yuyos y cuidarnos de las plagas, pulgones y langostas. Hablemos de cuidarnos, de reconocer qué yuyos nos asfixian y qué plagas afectan nuestra autonomía, nuestra estabilidad emocional, qué problemas ajenos hemos hecho propios y cuales no estamos queriendo ver… solo podremos hacerlo cuando estemos arraigadas/os/es. El arraigo nos permite cuidarnos. Cuando nos enterramos somos parte del todo, del cosmos. Cuando podemos determinar quiénes somos, qué necesitamos, qué buscamos, a dónde vamos, qué deseamos, que creemos en consonancia con nosotros/as mismos/as, entonces nos arraigamos. En cambio, parafraseando a la doctora en antropología Rita Segato, que si nos desarraigamos, nos desenterramos, el territorio pasa a ser tierra intercambiable, apropiado, colonizado. Objetos separados a nuestros cuerpos, pueden intercambiarse por un favor, por dinero.

El arraigo en nuestro propio cuerpo, como mujeres, nos dará la plenitud de poder disfrutarlo, compartirlo y resguardarlo, regarlo y cortar lo que no queremos. Apropiarnos de nuestro cuerpo/territorio es la mejor forma de que nadie pueda expropiarlo, saquearlo, utilizarlo a beneficio propio, ni decidir qué se siembre o qué fruto, ni cuando, ni donde. Y los varones no están ajenos a este saqueamiento, pero de eso hablaremos en la próxima columna.

Ahora sí: Ni mujer fácil, ni histérica, ni que se hace la dificil. Cuando una mujer dice NO, es No (no es un “seguí intentando a ver si me convences”). El NO es cuidarnos. NO queremos ser conquistadas, queremos decidir cómo y cuándo compartir nuestro territorio. No queremos que por ser tierra estemos obligadas a dar determinados frutos. Queremos decidir sobre nuestro cuerpo, ser nuestro tierra nos permite decidir si queremos o no queremos ser madres.

Seamos (cada uno/una/une) nuestra propia tierra. Nos reguemos. Nos desmalecemos. Nos autosustentemos cuidándonos, arraigadas/os/es.

AUTORA: MELISA SÁNCHEZ

DIBUJO DE PORTADA: RAÚL SORIA

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