Hoy se cumplen 76 años sin Evita

El 26 de julio de 1952, Argentina vivió uno de los momentos más conmovedores de su historia moderna: la muerte de Eva Perón, la emblemática figura que dejó una huella indeleble en la política y la sociedad del país. A los 33 años, Evita, como se la conocía cariñosamente, falleció a causa de un cáncer de cuello uterino que mantuvo en secreto casi hasta el final, siguiendo un complejo operativo diseñado para preservar su imagen y controlar la información sobre su salud.

Durante los últimos meses de su vida, Eva Perón enfrentó una enfermedad que había sido diagnosticada en agosto de 1951 como un carcinoma endofítico avanzado. Su rechazo a aceptar el tratamiento propuesto y su desdén por los consejos médicos agravaron su condición. Desde el diagnóstico inicial, su estado se mantuvo en secreto incluso para ella misma, con médicos y funcionarios trabajando tras bambalinas para manejar la situación.

El impacto de su salud en la vida política del país fue significativo. En la primera semana de julio de 1952, Evita hizo un esfuerzo sobrehumano para grabar un mensaje dirigido a los legisladores peronistas, instándolos a mantenerse fieles “a la causa del líder”. Esa misma semana, el Congreso aprobó un proyecto para erigir un monumento en su honor en el centro de Buenos Aires, donde se debían depositar sus restos.

Nacida en Los Toldos (provincia de Buenos Aires) el 7 de mayo de 1919 y más conocida como “Evita”, en 1945 se casó con el general Juan Domingo Perón y lo acompañó en su gobierno, realizando una extensa obra de trabajo social.

Desde la Fundación Eva Perón, que ella misma creó en 1948, promovió el establecimiento de escuelas, hogares de ancianos, una ciudad infantil y colonias de vacaciones.

Impulsó, asimismo, la participación de las mujeres en la vida política y fue una ferviente promotora del voto femenino.

A pesar de su estado de salud, Eva ejerció el derecho al voto que tanto costó conseguir a las mujeres

Al momento de su fallecimiento, al atardecer del 26 de julio de 1952, ya se había transformado en un símbolo de la Argentina y una de las figuras más protagónicas de su historia, al punto de ser llevada al cine en múltiples ocasiones, tanto en el país como en el extranjero

Su cuerpo fue despedido por millones de personas en un inolvidable funeral, y luego embalsamado; pero en 1955, durante la Revolución Libertadora, el cadáver fue secuestrado y permaneció desaparecido durante 14 años.

El confuso episodio histórico, que incluyó un entierro en un cementerio italiano bajo un nombre falso, culminó cuando sus restos fueron repatriados desde España en 1974. Sus restos descansan hoy en el cementerio de la Recoleta.

Al momento de su fallecimiento, al atardecer del 26 de julio de 1952, ya se había transformado en un símbolo de la Argentina y una de las figuras más protagónicas de su historia

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