En gestión pública ¿Sólo el estado participa?

Después de presentar temas como participación ciudadana y ordenamiento territorial debemos planificar, y la acción que se encarga de realizar esta planificación es la Gestión Pública.

Desde la década del 80 del siglo pasado, comienzan a gestarse los nuevos modos de gestionar desde los propios territorios, empezando a romper con la división entre lo público-privado y otorgando una mayor participación de redes sociales en la gestión pública en el ámbito local y regional.

Existe un enfoque gerencial que presenta a la gestión pública como la eficiente administración de los recursos del Estado, a fin de satisfacer las necesidades de la ciudadanía e impulsar el desarrollo de la sociedad, ¿pero es suficiente y es una definición acotada?

Los gobiernos locales como municipios y comunas de nuestro Valle, ¿reúnen en sus agendas cuestiones como la cooperación de los vecinos, la diversidad cultural, nuevos espacios educativos y nuevos mercados de empleos? Definitivamente no todos, en la mayoría de los gobiernos patriarcados o como los suelo llamar “feudales”, no utilizan métodos prácticos para la resolución eficaz de problemas desde un sistema de gobierno a través de la participación de múltiples actores.

Diversos gobiernos locales en nuestro país, cargan con deudas pendientes como las redes escolares y sanitarias, la promoción de vivienda, la formación profesional y ocupacional, y los servicios sociales especializados. Por otro lado se dan importantes restricciones financieras para gestionar estas formas, sin embargo tampoco abren el juego para que el vecino contribuya con ideas e innovaciones, por temor a estos nuevos modelos o simplemente la mezquindad del poder en una sola persona. Es claro el ejemplo del intendente o presidente comunal que no permite opiniones diversas.

Los espacios locales tienden a la politización, donde no todos accedemos a los servicios de forma igualitaria, y si sos “amigo” del gobierno de turno, te cubren la mayoría de las necesidades de forma más rápida. Más aún, los fomentos financieros gestionados en otros niveles gubernamentales, serán destinados a un cierto grupo por interés necesario al momento de las elecciones. Con esto último quiero especificar que, sacando el amiguismo, es necesario siempre y debe producirse una creciente expansión de las políticas públicas municipales, orientadas a construir un cierto modelo con regímenes autónomos, es decir un municipio de bienestar; en donde se expande la oferta de políticas públicas hacia terrenos inéditos, como las políticas municipales de empleo y promoción económica, o las nuevas políticas socioculturales; educación, cultura, juventud, deportes. Una nueva agenda de creación de espacio público de calidad con políticas infraestructurales, de movilidad, de equipamiento público y vivienda; una red pública de servicios sociales de atención primaria, una agenda medioambiental emergente con minimización y gestión sostenible de residuos; planes de energía renovables y políticas contra la contaminación acústica. Una nueva cultura del agua.

La presencia de múltiples actores sociales, comunitarios y mercantiles de base local; y su configuración multinivel como los barrios degradados; los centros históricos; personas discapacitadas y una amplia franja desde la infancia hasta personas mayores son otros puntos en la planificación de gestión pública no cubierta satisfactoriamente en nuestro valle.

Los modelos de planificación participativa y de proximidad local, se identifican partir de variables básicas:

  • El grado de profundización participativa, es decir, de pluralismo, apertura y extensión participativa de estas experiencias.
  • La transversalidad, tanto de contenidos como de la red de actores implicados ya existente en el marco de redes más o menos estables y más o menos formalizadas de interacción, intercambio y conflicto; es decir todas las organizaciones que trabajan en este territorio.
  • El impulso a redes de capital social, en referencia a la capacidad que tengan esos procesos de generar dinámicas de confianza, acuerdo, intercambio, cooperación y participación de los actores.

Todas estas experiencias no tendrían sentido, si no demostraran una capacidad de transformación sustantiva de las condiciones de vida de las personas, es decir al momento de leerlo todos estamos de acuerdo, pero al momento de poner los pies en el barro, solo un grupo de vecinos está dispuesto a acceder a la gestión pública participativa, por diferentes motivos, sin embargo somos los primeros en quejarnos y dejamos el juego abierto a los gobiernos que solo brindan cuestiones superficiales.

La sociedad quiere jugar un rol más participativo para introducirse en la soluciones de los problemas que nos aquejan a todos los vecinos, pero a veces muchos factores hacen que no podamos llegar a la colaboración. Es decir, el estado no presenta recursos que permitan la participación para la toma de decisiones en las políticas públicas y sus procesos de planificación participativa. Las motivaciones para impulsar los procesos participativos frecuentemente residen más en la voluntad de lograr una imagen más simpática y amable ante la ciudadanía que en la voluntad real de transformar los modos de gobierno. En referencia a esto último no quiero dejar de remarcar que una parte de la sociedad no tiene una cultura de colaboración, de mejorar los hábitos sociales o en regenerar la calidad de vida de su entorno. Pero éste no es un impedimento que no pueda solucionarse con la educación, como generadora de compromiso social, para que sea posible la intervención de todos.

Falta una verdadera gestión de redes en donde se desarrolle la complejidad conflictiva. Ciudadanos y políticos, deberían encarar la gestión del conflicto desde la comunicación y el diálogo, el error es compartido, pero el que tiene la sartén por el mango es el estado para implementar nuevas políticas públicas de participación comunitaria.

Sebastián Bonino
Vecine del Valle

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