Desde Cuba se ve mejor.
Septimo reporte desde la isla caribeña.
Está fresca aún la catastrófica explosión en el puerto de Beirut. Reciba la profusa y antigua colonia libanesa insertada en nuestro país nuestro más sentido y sincero mensaje de solidaridad y nuestra expresión del dolor que compartimos. El pueblo libanés, que tantos buenos hijos dio a la Argentina, hoy sufre un golpe más, como si su historia de los últimos 70 años no fuese lo suficientemente dolorosa. Las luchas internas armadas por intereses extraños al Líbano hicieron que el término “libanización” se instalara en el lenguaje hace ya muchos y dolorosos años.
La pandemia sigue azotando al mundo y, confirmando las alertas de científicos y la OMS, está muy lejos de ser superada. Cuba, terminando la segunda decena de julio contabilizaba cifras muy bajas de contagios. Se procedió a comenzar con algunas actividades, como el transporte y el turismo, con recomendaciones a la población acerca del peligro de confiarse y pensar que ya se había superado la “zona de peligro”.
Es difícil obtener la comprensión generalizada, más cuando no existe la experiencia en la humanidad en luchar contra una enfermedad tan agresiva como compleja. En esta última semana fueron en aumento los contagios día a día y el día de ayer se marcó con un récord de 49 nuevos infectados y la reversión de la ecuación al darse de alta solo 13 casos. Se mantienen 88 decesos desde el inicio de la pandemia y el número total de infectados en 2.775 de los que 2409 se encuentran recuperados.
No hubo, en todo el tiempo desde marzo, infectados en las instituciones carcelarias, en toda la población penal como tampoco entre el personal que trabaja en las prisiones.
Este último dato necesita una valoración para comprender como, en un país con escasos recursos y castigado con sanciones permanentes de parte de los EE UU, puede proteger de tal modo a los privados de libertad.
Aquí hay que entender la concepción humanista de la penalización de delitos y como se aplica para que todo ciudadano capaz de recuperarse ante la sociedad pueda hacerlo sin rechazos ni demonizaciones que lo aíslen de ella.
Hace pocos días las organizaciones turísticas europeas analizaban las condiciones de seguridad en los países de nuestra región latinoamericana. Cuba figura en las recomendaciones como el destino más seguro.
Esto es el resultado de una acción constante en el tratamiento de delincuentes y transgresores de la ley. Excepto asesinos, violadores, traficantes de drogas, abusadores y otros considerados peligrosos, por lo general las condenas son en suspenso con distintos tipos de controles del condenado o la condenada. Solo si no cumple los requisitos exigidos para mantenerse fuera de la prisión será conducida a ésta. Por lo general la persona se cuida de cumplir las exigencias judiciales y mientras tanto no se aísla de la sociedad por lo que tiene muchas más posibilidades de reivindicarse.
Quise hablar de esto pues en estos días la situación carcelaria en algunas penitenciarías argentinas adquirió relevancia a raíz de protestas por el hacinamiento carcelario. Es de suponer que muchísimas personas encarceladas muy bien podrían encontrarse afuera cumpliendo su condena domiciliaria, pero no desconozco que los medios se han encargado siempre de influir en contra de un trato humanitario para los convictos poniendo a todos en la misma situación, al criminal peligroso y al que se condenó por una riña de vecinos. El camino a una sociedad solidaria todavía no se muestra fácil.