¿Estamos preparados para la gestión de riesgos?

 

El Valle de Paravachasca crece en forma exponencial y aumenta su densidad demográfica, ¿Pero el “Valle” está preparado para esto?, y ante un desastre natural o un gran impacto del hombre, ¿somos una población vulnerable?

En las publicaciones anteriores expresamos la idea de participación ciudadana, ordenamiento territorial, gobernanza, estado y sus tres niveles de gobierno. Conceptos que unidos forman una red de posibles soluciones para dar respuesta a los problemas de la comunidad, ¿pero qué respuestas?, ¿Ante qué posibles riesgos debemos estar preparados? Debemos ver la probabilidad de amenazas constantes que nos acechan, medir la vulnerabilidad de nuestros vecinos, o que el impacto de dichas amenazas sea menor y que la recuperación ante un desastre natural sea lo más rápido posible, ¿cómo lo logramos?, ¿qué respuestas ofrecer como prevención? La mejor manera es, gestionar los riesgos.

El proceso a través del cual una sociedad, o grupos de vecinos, influyen positivamente en los niveles de riesgo que sufren, o podrían sufrir, está captado en la idea de la “Gestión del Riesgo” o, más precisamente, la “Gestión de la Reducción del Riesgo” (Wilches Chaux, 1998). Esta gestión, es un instrumento particular de desarrollo territorial y ambiental de transformación para dar respuesta ante un evento inesperado, ayuda a estar informado a través de diferentes procesos de análisis, observando factores de riesgos existentes o posibles.

Para entender la Gestión de Riesgos, cuatro conceptos son útiles:

“Eventos” propios del mundo natural (por ejemplo, sismos, deslizamientos de tierra, lluvias localizadas). Estos eventos pueden ser de dos tipos: los socio-naturales, producidos como resultado de la intersección o relación del mundo natural con las prácticas sociales, como son en muchos casos de inundación, deslizamientos, desforestación o sequía; y las antropogénicas, producto de la actividad humana, como son los casos de explosiones, conflagraciones, derrames de materiales tóxicos, contaminación de aire, tierra o agua por productos industriales, etc.

– La “amenaza” representa la posibilidad de ocurrencia de un evento físico que puede causar algún tipo de daño a la sociedad. La multiplicidad de amenazas que potencialmente enfrentamos es muy amplia y tiende a aumentar constantemente.

“Vulnerabilidad” es la propensión de una sociedad a sufrir daño o de ser dañada, y de encontrar dificultades en recuperarse posteriormente.

-Y finalmente el “riesgo” a la probabilidad de pérdidas y daños en el futuro, que van desde las físicas hasta las sicosociales y culturales.

La amenaza es la posibilidad de ocurrencia de un evento, no el evento en sí, y la vulnerabilidad es la propensión de sufrir daño, no el daño en sí. El riesgo, producto de la interrelación de amenazas y vulnerabilidades es, al final de cuentas, una construcción social, dinámica y cambiante, diferenciado en términos territoriales y sociales al transformarse de una condición latente en una condición de pérdida, crisis o desastre. Pasamos de advertir las amenazas y su probabilidad a ver qué tan vulnerable es la población ante un riesgo o crisis.

El riesgo solamente puede existir al concurrir tanto una amenaza, como determinadas condiciones de vulnerabilidad. No puede existir una amenaza sin la existencia de una sociedad vulnerable y viceversa.

Es significativo ver la cantidad de amenazas que tenemos al momento de observar los posibles eventos en el lugar y la falta de gestión para estar preparados ante seguramente un posible riesgo. Con solo mirar unos minutos la ruta n°5, veremos que está lleno de eventos. Por ejemplo la peligrosa entrada al nuevo Hipermercado, es una amenaza enorme y de alta probabilidad que ocurra un accidente, afectando a toda la población que transita ese tramo entre Anisacate y Alta Gracia, produciendo una alta vulnerabilidad sobre ella. Lo mismo ocurre en el cruce entre las rutas provinciales E56 y N°5, se encuentra en un estado deplorable y con alta  probabilidad de amenaza de accidentes de tránsito. Otro ejemplo donde hay una alta probabilidad de que ocurra un evento, es el sendero por el que transitan los alumnos desde la iglesia Sagrado Corazón del barrio “Los Chañaritos” hasta los establecimientos educativos, poniendo en peligro su integridad por el recorrido pegado al pavimento de una ruta tan transitada como es la RPN°5.

Todo se puede revisar, organizar, analizar y estar preparados para transformar las cosas ante un riesgo latente, evitarlo o disminuirlo; pero parece que no ocurre en nuestro Valle a corto plazo. Los gobiernos locales —en algunos casos autoritarios, en otros autistas— no tienen en agenda estos eventos, desinteresados en reunirse con los vecinos y planificar una Gestión de Riesgos para una disminución de eventuales futuras crisis sociales y naturales.

Otro evento que sirve como ejemplo es el servicio médico que cubre el Valle ante una urgencia. Hace poco pudimos observar un episodio en el Valle de Anisacate, ante una emergencia hubo una demora de 30 minutos para que la ambulancia hiciera dos kilómetros desde su sede para asistir dicha emergencia. Este es otro ejemplo de amenaza y vulnerabilidad hacia los vecinos. Lluvias localizadas que ocurrieron hace aproximadamente un año, hicieron intransitables las colectoras de la ruta N° 5 a la altura de Anisacate, el rio contaminado con afluentes cloacales, pueblos bañados por agroquímicos, la tala indiscriminada, extracción de sedimentos en forma indiscriminada, la falta de recolección de residuos diferenciados; todo esto muestra que no tenemos una organización ante diferentes eventos que nos amenazan constantemente.

Los cambios repentinos de tensión en la distribución de la corriente eléctrica, es un evento amenazante que produce daños a los artefactos domésticos. Sin embargo la cooperativa que brinda el servicio hace oídos sordos y por consecuencia la vulnerabilidad es alta, porque hoy es imposible comprar un nuevo aparato electrónico ante el régimen neoliberal que acontece en nuestro país. La gestión, entre socios, la cooperativa y autoridades comunales ayudaría a solucionar o armar un protocolo ante nuevos cortes de luz o cambios en la tensión.

La vulnerabilidad se encuentra en la población, en la inseguridad estructural de las edificaciones; en la falta de recursos económicos, de autonomía y de capacidad de decisión de las familias, comunidades o las unidades de producción. También, la falta de una sociedad organizada y solidaria; la ausencia de educación ambiental; la ausencia de instituciones u organizaciones que velen por la seguridad no ayudan a la reducción y control de riesgo.

Esto no solamente atañe a la problemática particular de los desastres, sino también al riesgo asociado con la enfermedad y la desnutrición, el analfabetismo, el desempleo y la falta de ingresos, la violencia, la drogadicción, la marginación y la exclusión social, entre otras condiciones, objeto de intervención y cambio en una sociedad en busca del desarrollo.

Mientras solo nos preocupemos de los servicios obligatorios que deben brindar los municipios o comunas, y levanten esto como bandera de logros haciendo la vista gorda a todo lo “otro” que pasa a nuestro alrededor, seremos una población altamente vulnerable, sin prevención y con poco o nada de gestión, esperando solo que el riesgo no sea alto para que nos afecte de la menor manera posible y podamos recuperarnos.

Vuelvo a insistir con solo participar, interesarnos en las problemáticas, hablar con los vecinos y organizarnos, tendremos un paso gigante para la GESTION DE RIESGOS.

 

Sebastián Bonino

Vecine del Valle

También puede gustarle...