La pasión por educar

 

Desde hace un tiempo se viene construyendo socialmente, desde un discurso estereotipado, sostenido por el gobierno nacional,  legitimado y aún más potenciado por los medios, una imagen de los docentes sumamente negativa. Se nos presenta como carentes de profesionalismo, desmotivados, sólo preocupados por nuestros ingresos y absolutamente desvinculados de los niños y sus necesidades. Y esta imagen incluso está llegando – y afianzándose- en  los propios niños.

Aunque es real que como dice el dicho popular “que las hay las hay” esta columna pretende de alguna manera poner un granito de arena del otro lado de la balanza para abrirnos a otras miradas sobre la docencia.

Hace unas semanas tuve la oportunidad de hacer una nota para otro medio, referida a la situación actual de los docentes que trabajan con niños y jóvenes en Paravachasca, y conversando con algunos de ellos me resultó interesante recuperar sus voces respecto a los orígenes de su pasión por la docencia. Digo su pasión porque las entrevistadas -Lola Suárez (Maestra de apoyo y Docente de Jornada extendida), Cecilia Forza (Inspectora de zona), Marcela Barrera (Docente de grado y de Jornada), Marcela Villareal (Directora de Nivel Inicial), Marina Barab (Maestra y Educadora Waldorf) y Natalia Baravalle (Profe de Música)- son profesionales de la docencia reconocidas socialmente por su labor en constante renovación y búsqueda de superación.

Escuchemos sus voces resonando entre las letras de los párrafos que siguen, mostrándonos la otra cara, la que viene siendo invisibilizada por los medios, sin idealizarlos ni restarles las limitaciones que los caracterizan como personas y sujetos sociales.

  “Elijo esta profesión porque soy una convencida de la potencia del acto educativo, porque me gusta compartir con chicxs y flias la aventura  del conocimiento”. Lola

Me inspiraron mis lecturas… Olga cosssettini, Paulo Freire, Rudolf Steiner y Gabriela Mistral, entre otros… Marina

Los caminos que me llevaron a ser educadora es la inspiración de ver siempre a mi padre leyendo…sumergido en los libros y diccionarios, una madre q inculcaba el estudiar ante cualquier cosa!  El valor del estudiar mirado desde el que enseña. Sentir desde lo más profundo…que viniste a este mundo con la misión de aprender y enseñar a los niños. Marcela V.

Creo que tuve muy buenos referentes en la historia de mi escolaridad, gente que me trató muy bien, que me hizo disfrutar y también jugar… También en mi hogar, mi familia, cuna de maestros de profesores… Cecilia

Mi recuerdo es poner mis muñecos de alumnos y con un pizarrón darles clases desde muy chiquita. De todas maneras he cambiado mucho mi manera de pensar con el correr de los años y la experiencia. Hoy no concibo la idea de docente que enseña, el docente es el que inspira, contagia, entusiasma, guía, busca estrategias… Marcela B.

El camino hacia el ” educar” o hacia el compartir e intercambiar distintos saberes con otros, me fue atrapando desde pequeña, viendo a mi mamá cómo primer referente, luego de grande vino el deseo de aportar en la lucha por el derecho al arte, desde la escuela y desde espacios no formales. Natalia

Así, algunas de ellas encuentran su inspiración en la cotidianeidad de las aulas y la formación docente especializada, otras remontan el surgimiento de la vocación docente a sus infancias y las últimas observan un cambio a lo largo de su vida en cómo se vincularon con su profesión y cómo la entendieron. Ninguna llegó por los caminos del azar porque era lo que quedaba, lo que le garantizaba una salida laboral o un ingreso, o por mandato familiar… Todas eligieron estar donde están.

Pero… ¿qué hace que siempre que hablemos de la profesionalidad docente se cuele entre nuestras afirmaciones para referirnos a “buenos docentes” las palabras pasión y/o vocación? A todos nos ha pasado de recordar a un docente porque, desde su apasionamiento, en el acompañarnos por los caminos del aprender nos movilizó a ampliar lecturas, a coleccionar elementos de la naturaleza o incluso a elegir una determinada profesión.

Y todo ello a pesar de que, como Rosa María Torrez asevera en el prólogo al libro de Freire “Cartas a quien pretende enseñar” (2004), los docentes son pagados con  intolerablemente bajos y malos salarios,  se encuentran con malas condiciones de enseñanza y poseen poco tiempo para la formación pero mientras tanto son presionados a cumplir ambiciosos objetivos y metas planteados por  los discursos educativos actuales.  Todo ello sumado a la imagen negativa hacia su profesionalidad que sostengo más arriba…

Para comprender aún más esta mirada a los docentes que de alguna manera se opone al discurso oficial es necesario comprender que el  proceso educativo es complejo, está atravesado por múltiples aristas e incluso comienza antes aún del momento preciso en el que educando y educador se encuentran juntos en una escuela. Al respecto en un artículo publicado  investigadores de la UNLP afirman “Antes que la enseñanza se ponga en práctica, hay condiciones previas que subyacen al acto de enseñar y forman parte de los requisitos necesarios, fundamentales e indispensables para que sea posible enseñar algo a alguien. Son fundamentos, criterios, perspectivas, elecciones, posicionamientos y convicciones, que están en la base que le otorga sentido al enseñar, y carga de significado el aprender.” (Martinez et al, 2013) Todo aquello que hace al docente ser quien es y que se remonta incluso como pudimos ver en las palabras de las entrevistadas hasta las primeras infancias.

Me parecieron incluso bellísimas las palabras de otro pedagogo que recuperan los autores aseverando que es en ese concebir como proceso el acto educativo, “donde la pasión se convierte en un componente esencial entre docentes y estudiantes, porque la pasión construye pertenencia por el objeto que nos es común. Estar apasionado por enseñar no consiste sólo en manifestar entusiasmo, sino también en llevarlo a la práctica de manera inteligente, fundada en unos principios y orientada por unos valores. Los docentes eficaces tienen pasión por su asignatura, pasión por sus alumnos y la creencia apasionada en que su yo y su forma de enseñar pueden influir positivamente en la vida de sus alumnos, tanto en el momento de la enseñanza como en días, semanas, meses e, incluso, años más tarde…Para los maestros que se preocupan, el estudiante como persona es tan importante como el estudiante en cuanto aprendiz. Christopher Day (2006)

Considero, de todas maneras que es momento de ampliar la caracterización de los buenos docentes para salirnos de la trampa de la dupla vocación-pasión. Una dupla que nos lleva, o que nos llevaron, a pensar que implica el no requerir de reconocimiento laboral. Si yo trabajo en algo que me apasiona no me preocupa tanto la retribución económica que ello me significa, las condiciones laborales bajo las que lo hago y el reconocimiento social que recibo.

Es momento quizás de repensar la labor docente desde una mirada de la profesionalidad y desglosar esa dupla en una caracterización más detallada de lo que implica ser un buen docente. A modo de ejemplo retomo cuatro características fundamentales que señala la doctora en pedagogía Silvia López de Maturana Luna en un artículo publicado por el Instituto Paulo Freire de España:

  • Constante perfeccionamiento profesional y autosuperación. No sólo en el sumar capacitaciones y títulos sino también en el repensar constantemente la práctica y el sumar lecturas.
  • Autoconfianza. Quienes confían en sus conocimientos y capacidades se atreven a intervenir para remover y flexibilizar la rigidez del sistema escolar. “Un docente inseguro busca seguro refugio de la acomodación, el repetir lo preestablecido, antes que arriesgarse a compartir experiencias que dejen al descubierto la incertidumbre propia del trabajo educativo, liberador y no bancario”.
  • Trabajo colaborativo. El trabajar en equipo y generando relaciones significativas sustentadas en proyectos comunes dentro y entre las escuelas permite evitar “la gran ironía de la enseñanza que consiste en participar de una misión común en espacios y tiempos también comunes y al mismo tiempo caer en un aislamiento autoimpuesto y profesionalmente sancionado”
  • Autonomía. Un docente que toma decisiones y puede argumentarlas, que es autogestivo de su formación y se preocupa por buscar maneras de participar en los cambios del sistema educativo es también un docente “emancipador”.

 

Vuelvo entonces al comienzo del texto a modo de elipse de reflexión… Son momentos en los que la profesionalidad docente se encuentra vapuleada desde varios flancos y en los que el valorar y apoyar a docentes, que se constituyen en referentes de buenas prácticas, puede ser una alternativa  de cambio. El reconocerlos haciéndolos conocer desde sus proyectos y propuestas en los medios de comunicación populares y en las redes sociales (como el face y el watsap)  se constituye en una forma de transformar la educación desde el revalorizar a sus hacedores.

 

Elena García – Especialista en Constructivismo y Educación – Docente 

Bibliografía:

Martínez, M.C.; Branda, S. y Porta, L. (2013). ¿Cómo funcionan los buenos docentes? Fundamentos y valores. Journal for Educators, Teachers and Trainers, Vol. 4 (2), pp. 26 – 35.

López de Maturana Luna, S. (2012)  La profesionalidad docente desde las historias de vida de los y las buenos(as) profesores(as) Rizoma freireano • Rhizome freirean – n. 12 • 2012 • Instituto Paulo Freire de España.

Freire, Paulo (2004). Cartas a quien pretende enseñar.- la ed. 2a reimp.- Buenos Aires: Siglo XXI Editores Argentina. Traducción de: Stella Mastrangelo ISBN 987-1105-12-6 I: Título – 1. Formación Docente

También puede gustarle...