OPRESIÓN – Columna Política del Lic Marcelo Piñeyro, con Facundo Ortega (autor invitado)
Vivimos en un mundo signado por la marca, por el consumo, por la imagen. Esto no es sólo parte de la individualización de la persona, quien comienza a definirse a sí mismo a partir de marcas, roles de consumidor y roles de generador de consumo. Podríamos plantear que la lógica capitalista en su conjunto forma parte del –o, mejor dicho, es– el entretejido al que el sujeto se mantiene firmemente sujetado, con miedo a des-sujetarse, un miedo infundido por el propio marco social, económico y cultural.
La lógica capitalista imperante llegó en los tiempos de posmodernidad a un nuevo nivel. Ya no existe un modelo lineal de las cosas, la supuesta ley del derrame–ley que nunca funcionó pues el principio de incertidumbre y el egoísmo humano fueron sus dos principales errores– si antes no funcionaba, ahora funciona menos.
Estamos en tiempos donde el consumo voraz y desmedido operan como valores propios de la vida. Las personas le otorgan significado a su felicidad cuando el significante está puesto en el nombre de una marca, de un destino turístico, o de seguir las actitudes o actividades de un otro mediático ideal. Sin embargo, esta felicidad no es felicidad de vida, son simplemente momentos placenteros, un éxtasis imaginario que se derrumba cuando el consumo se acaba, y debe nuevamente reforzarse, renovarse, a partir del pago, del dinero. Los valores se miden en dólares –o su moneda de cambio en algún otro lugar del mundo–, y con dólares se pagan bienes materiales o el tiempo de un servicio.
La resistencia a este modelo occidentalizante está en todos aquellos lugares en los que la lógica del capital no ha echado raíces. Latinoamérica es uno de esos lugares, lugar rico, lugar maravilloso, pero lugar donde un proceso desestabilizador de los modelos populares –modelosque buscan un pueblo libre, soberano, descolonializado– está ocurriendo de manera desmedida, tanto en la actualidad como en el comienzo de las revoluciones independentistas. El modelo occidentalizante hoy en día busca echar raíces a partir de lo que antes era la conquista militar y política, y hoy es globalización y conquista económica.
Supuestamente, somos libres ¡viva la patria! Supuestamente, en 1816 –en el caso de Argentina– nos pudimos independizar. Sin embargo, la independencia, y posteriormente, la democracia, son ilusiones de un pueblo que vive inmerso en castillos en el aire con murallas de cristal.
El pobre cree que está en una buena situación, que “las buenas van a venir”, el trabajador se cree “de los pudientes” por haberse podido comprar un autito usado que antes fue taxi, la nena se cree del jet-set porque se fue a Disney en un viaje pagado en 357 comodísimas cuotas, y el pibe se levanta todas las madrugadas para ir a entrenar, creyendo que va a salvarse la vida siendo el próximo Messi. La imagen de una felicidad signada por el mercado, por lo que podremos o no podremos consumir, es ahora la que determina el bienestar o malestar, o por lo menos, el accionar de los sujetos en búsqueda de esa supuesta felicidad.
Si antes el ideal modernista –ojo, también capitalista– era el formar un proyecto a largo plazo para escalar socialmente, hoy el ideal se basa en la felicidad instantánea, en consumir constantemente lo que la moda impone, a partir del trabajo constante de los medios de comunicación y la publicidad.
Los libros al imperio se le están quemando. “Ya está todo inventado” dice el dicho, y efectivamente, para casi todas las necesidades que las personas pudieran tener, existen productos, bienes o servicios mercantilizables, que las satisfarán. La tarea del mercado es ahora no identificar necesidades y saciarlas, sino crearlas. Y para que un pueblo esté necesitado, es necesario desestabilizarlo, crear necesidad ¿se comprende el accionar imperialista en los pueblos supuestamente libres?
A partir del accionar colonializante, no sólo el imperio pretende hacerse soberano de territorios riquísimos en recursos, con una mano de obra barata y facilidades para llevarse esos recursos a sus tierras (¿cuáles son sus tierras, acaso los paraísos fiscales?) y manufacturarlos. La manufactura debe ser vendida, el imperio no se anda con caridades, y los productos que pretenden satisfacer necesidades serán producidos para una sociedad necesitada.
¿Son necesidades reales? ¿Son hambre, sed, frío, los problemas que esos productos vienen a solucionar? ¿Son necesidades que ponen la vida en peligro? No necesariamente. En general, son necesidades inventadas, necesidades de estar a la moda, necesidades de ser reconocidos, de verse bien, de lucir en una foto como modelo de revista. La necesidad está en la aprobación del otro, en una mirada que enaltezca el yo construido de las identificaciones mercantiles.
Qué nos pasa con la imagen? Qué estamos queriendo ver en el otro? Qué no estamos encontrando en nosotros mismos? Que nos ha alejado tanto de la gente? Qué nos está quemando por dentro que no podemos pensar en el que está al lado nuestro?Por qué no podemos ni siquiera ver que nuestros hijos están sin laburo o en negro, que trabajan largas jornadas laborales (de hasta 12 horas en los peores casos), que tienen que viajar incomodos en transportes públicos cada vez más caros, que los sueldos no alcanzan para pagar ni la luz, ni el cable, ni el agua? Qué nos estará pasando como pueblo que no podemos ver que la gente está en las calles de a montones porque no se aguanta más, que lo que les pasa a nuestros hijos y a la gente es lo que nos pasa a nosotros? Qué mierda nos pasa como pueblo que no podemos ver que matan a miles de pibes por año simplemente por ser pobres?Qué nos está pasando que no queremos ver ni decir que nuestro presidente es un corrupto, que es perverso y que nos quiere ver muertos, hechos mierda, en el fondo, sin nada, desunidos, destruidos, desnutridos, malparidos, malcriados, maleducados, mal informados, desorganizados, desestructurados, triturados, fundidos, rendidos, vendidos, endeudados hasta las medulas, encarcelados, de rodillas ante el imperio, sufridos, sin esperanza, sin aliento, Qué nos está pasando?
Qué nos pasa que no podemos ver que el sujeto antes mencionado representa a corporaciones igual de corruptas y perversas que él?
Qué nos está pasando?Qué nos está pasando? Qué nos está pasando? Qué nos está pasando? Qué nos está pasando?Preguntémonos todo el tiempo qué mierda nos está pasando? Pensemos, nos juntemos con un amigo a pensar. Miren nuestras leyes y miren las leyes de Macri, simplemente lean los títulos y se darán cuenta!
Tratemos argentinos de no exponernos a los medios hegemónicos por un rato. Tratemos de no leer Clarín ni La Nación por un rato. Sepamos que ellos reproducen el discurso capitalista y neoliberal que controla al mundo. Que Infobae hace lo mismo, Que canal 13 hace lo mismo, que Mirta Legrand hace lo mismo, que Susana Gimenez hace lo mismo, que los programas de chimento y de cocina repiten lo mismo, que son los mismos tipos que ganan con tuinternet, con tu teléfono, con tus partidos de futbol, con tu cable-visión, que por todos estos servicios te venden un discurso que sirve para que todos estos servicios sean cada vez más caros y se lleven más toneladas de oro del país. Que mierda nos estará pasando que no nos damos cuenta que nos están saqueando de la misma maneraque saqueo España a Potosi y toda Bolivia, Que nos pasa que no queremos ver que esto es represión y un golpe de estado, que nos pasa que no queremos ver que hay golpe de estado en Brasil y Paraguay?
Ante todo esto proponemos resistencia, como nos salga mejor, como lo sentimos, no solo la gente que salió a las calles está disconforme, son y somos muchísimos millones más, no nos olvidemos de eso, somos millones lo que queremos decir basta, cada uno que milite desde su lugar, que crea en algo y le meta pa delante, ya no queda otra, si los que estamos disconformes nos organizamos ganamos. Somos más, hoy somos más, aprovechemos eso, hoy somos más.
Que nos encuentre el futuro bailando, pintando, cantando, marchando, volando, delirando, como sea, pero unidos y organizados.
Autores: Marcelo Piñeyro y Facundo Ortega