Vacaciones, ¿Ocio o algo más?

 

Dado que esta columna se publica en simultáneo con la finalización del año escolar me propongo acompañar a las familias desde una lectura un poco más informal en las alegrías y vicisitudes que el inicio de las vacaciones implican.

¡Terminaron las clases! Y como familias podemos acompañar esa exclamación con emociones dispares.

Por un lado nos alegra y alivia el dejar de correr de un lado a otro cumpliendo horarios y obligaciones, terminando tareas a altas horas de la noche y saliendo a comprar los materiales para las clases de tecnología “el último día y a último momento” (no podemos negar que a todos nos ha ocurrido más de una vez).

Pero, por el otro lado, más allá de las particularidades de cada familia respecto de la disponibilidad de tiempo de los adultos, las edades e intereses de los niños y jóvenes y las posibilidades económicas (significativamente reducidas para la gran mayoría de nosotros en los últimos tiempos), tenemos preocupaciones en común.  Como el cómo entretenerlos, cómo facilitar la convivencia entre hermanos, si seguir o no trabajando contenidos escolares, etc…

Y es que desde el 15 de diciembre en el que cerró el año escolar del 2017 al 6 de marzo que inicia el del 2018 hay 80 días en los que la rutina ya incorporada a la dinámica familiar se ve modificada.

Una de las preocupaciones  de los padres es si fortalecer, o complementar, los aprendizajes desarrollados por los chicos durante el año escolar. Aunque es importante que exista algún tipo de continuidad de lo trabajado en la escuela, también sería un error hacerles llevar el mismo ritmo, ellos como nosotros también necesitan “desconectar de sus obligaciones”.

En ese sentido, considero que la mejor alternativa es el aprovechar momentos espontáneos de aprendizaje. Así como nos muestra Francesco Tonucci -un excelente pedagogo e ilustrador italiano- en la imagen que acompaña este párrafo. Un diálogo rico sobre experiencias concretas (hacer una comida juntos, compartir el momento de las compras, construir una choza, jugar un juego de mesa, una caminata por el río) puede convertirse en una oportunidad muy provechosa de aprendizaje. Si retomamos en la conversación algo de lo que sabemos trabajó en Ciencias o Matemática eso le permitirá conectar los contenidos escolares con la realidad, denotará la importancia de los mismos para comprender el mundo que le rodea y para postre mantendrá frescos esos aprendizajes. ¡¡Y todo sin sentarse con las carpetas y libros!!

Otro de los motivos de preocupación es el aburrimiento de los chicos… Y aquí los invito a reco rdar, de nuevo de la mano de Tonucci y sus ilustraciones, sus “aburrimientos” de infancia… ¿No surgieron de ellos los mejores juegos? ¿Las obras de arte infantil más hermosas y creativas? El tiempo de ocio, sin actividades programadas es muy importante para aprender a estar consigo mismos, para redescubrirse y redescubrir el entorno inmediato que los rodea, para potenciar la creatividad, para descubrir qué les gusta hacer y qué no.

Así, el tiempo libre, no pautado y programado por adultos, es también una ocasión para que nuestros chicos desarrollen autonomía y fortalezcan su identidad.

Entonces, más allá que organicemos actividades que nos permitan compartir tiempo en familia, diagramemos paseos e incluso los invitemos a sumarse a alguna propuesta de escuela de verano, en estas vacaciones revaloricemos el tiempo libre como tal. Justamente como espacio de libertad de nuestros chicos y una oportunidad para poner en juego su creatividad e imaginación.

Podemos fortalecer esos momentos de libre crear con diferentes estrategias:

Intercalándolos con experiencias significativas: mirar en familia una película diferente (con un tipo de animación distinta o una historia fuera de los estereotipos hollywoodenses), proponerles escuchar música de otros lugares del mundo, salir al patio  o a recorrer el barrio buscando elementos para alguna manualidad o para empezar una colección, visitar familiares que en época de actividad intensa no nos hacemos el tiempo de ver, cocinar algo rico entre todos, construir un juguete, etc.

Propiciándoles materiales para volcar sus ideas y creaciones: un “cuaderno de verano”, un álbum de fotos de las vacaciones (digital o en papel), materiales para manualidades (papeles, cartones, masas y arcilla –o simplemente barro!- pinturas, maderas, etc).

Haciéndoles colaborar en el entorno del hogar. Establecer tareas en las que pueden participar, distribuyéndolas de manera que todos sean partícipes del funcionamiento de las actividades cotidianas, ocupará de forma positiva una parte de su día a la vez que los hará sentirse útiles e importantes.

Facilitándoles el vínculo con sus amigos y compañeros. Una salida, una tarde de pileta en alguna casa, un almuerzo en el río, son excusas válidas para fortalecer lazos de amistad y sentido de pertenencia con la comunidad de la que nuestros niños y jóvenes son parte.

Así entonces la mezcla entre “tiempos de libre aburrirse creativo” y “tiempos de diversión programada” seguramente hará de estas vacaciones de verano una oportunidad de crecer sanos y alegres a los peques, y no tanto, del Valle de Paravachasca.

Felices vacaciones!

 

Elena García – Especialista en Constructivismo y Educación – Docente

Ilustraciones: Francesco Tonucci

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