Los disfraces del Capital – Columna política del Lic. Marcelo Piñeyro
¿Alguna vez se han preguntado por qué nos cuesta tanto amar, comprender al otro, pensar libremente, discutir, soñar o incluso volvernos locos? Para todo esto yo creo que hay una explicación o más bien una explicación tentativa entre miles de millones de otras posibles. Aunque suene repetitivo voy a escribir sobre el poder del capital y las formas en que el capital ejerce su poder.
Es el capital el que nos impone conocer el mundo con una técnica exacta y precisa (más bien un método, el científico) impulsándonos a ser lo más ascéticos y a estar lo más lejos posible del objeto de estudio o el elemento o cosa a conocer. Pareciera que hay cierto miedo a los fenómenos, por eso tanta separación, digo, no sé, quizás. LA OBJETIVIDAD.
El capital nos habla, nos persuade y nos convence de que se puede ser objetivo y mientras más objetivos más racionalmente podemos vivir. LA RAZON.
Sin embargo, y ante esto es el universo estudiado el que dice basta, el que pone un límite absoluto y pone en falta al capital. Este universo es el que pone en jaque mate a la propuesta capitalista desde diferentes aristas , demostrando con sus múltiples manifestaciones que LA VERDAD no existe, que los modelos de la ciencia son sumamente imprecisos y no pasan de ser caricaturescas representaciones de la realidad supuestamente conocida, que las generalizaciones son en vano pues todos tenemos una singularidad, una propia esencia subjetiva, un alma, somos particulares, únicos.
Hasta que he versado acerca del capital y su brazo la ciencia casi como sinónimos, esto tiene un sentido y es el de desenmascarar desenterrar y mostrar que el capital es bicho y se disfraza de diversas cosas, adopta varias formas y no obedece a clasificaciones para hacerlo pues está en todas partes, o mejor dicho casi todas, a saber: de moda, de arte mercantilizado, de empresas multinacionales (este disfraz es bastante obvio) de discurso político, de iglesia católica, de estado, de partidos políticos, de personas, de teorías, de saber, de disciplinamiento sexual, de forma de crianza, de liberalismo, de neoliberalismo, de mercantilismo, de revolución industrial, de formas de cagar, de macrismo (una forma particular de cagar-nos) de maneras de coger y escoger, de represión psíquica y social, de formas de amar y vibrar.
ANTE ESTO la genial propuesta de Sigismundo de calar hondo y repensar todo lo que por debajo del tapete se esconde, de proponer que el único camino hacia la libertad es la irracionalidad, de sostener que los deseos se expresan a través de los sueños, fantasías nocturnas y diurnas. Una pujante energía sexual nos impulsa hacia el cumplimiento de nuestro propio deseo desconocido. No conocemos nada, no sabemos ni de nosotros mismos, no somos dueños de nuestra propia casa y por lo tanto no podemos acceder de manera objetiva a nada, no podemos generar modelos precisos ni fijos, no podemos generalizar, no podemos nunca pero nunca acceder a lo real de la realidad.
La fórmula no existe, existe lo imprevisible, los errores, lo fortuito, lo no razonable, lo irracional, lo auténtico, lo instintivo, lo pulsional, lo inconsciente.
Vivamos tratando de soñar y volar con los pies en la tierra, como dice un gran amigo artista.