COLUMNA MENSUAL: YO, LA PEOR DE TODAS

Yo, la peor de todas

(o decálogo de la mentira)

Primera entrega.

Primera regla: “Todxs tenemos una mentira en el placard”

Manual de estilo en mano… por dónde empezar a escribir una columna. Y es que aunque parezca bien ridículo… empezar por el comienzo suele ser la parte más compleja…

Es como elegir entre el cigarro y el postre, entre la cena y la ducha… entre el amante ingrato y la película que ya viste mil veces.

Entonces empiezo deshojando la palabra inicial, el verbo raíz, ese que aún no empecé a gestar (ó ABC de la primera mentira)

Mentira, si… la mía, que es la de todxs. Porque al fin y al principio todxs mentimos (sobre todo en la primera cita)…  y mientras leés pensarás… “yo no, yo trato siempre de decir la verdad” y… ahí esta!!! La mentira inicial sale al ruedo…

Y es que no existe LA VERDAD. No hay objetividades universales para absolutamente nada de lo que sucede en este mundo, no hay una verdad que nos sacie y nos represente a todxs por igual… y hemos sido (mal) paridos TODXS por esa gran mentira original… (he aquí la única matriz que nos pariera a todxs por igual).

Concebidos,  gestados, criados, adoctrinados, adornados, culturizados, idiotizados, baboseados y quien sabe cuantos –ados más por la convicción moral de que nos debemos a una lógica de la verdad que todo lo rige y que por supuesto que todo lo condena…

Sin embargo, tenemos más mentiras que verdades, nacemos con el instinto natural de mentir para preservarnos, para acomodarnos, para mimarnos, para perdonarnos… tenemos mentiras de todos los colores, tamaños, formas y tendencias sexuales…

Mentiras más queribles que otras, políticamente correctas. Electoralmente aberrantes. Ideológicamente protegidas, legalmente reguladas… mentiras que la ciencia y la psicología han logrado avalar…

Por eso yo, la peor de todas, me confieso y me perdono ser la mentirosa que aquí vengo a presentarles… y es que entiendo mis mentiras como lo que son, verdades mías (y salgo cada mañana a tomar el riesgo de no saber si las mentiras de los otros… sean apenas verdades suyas).

Los recuerdos, por ejemplo… son el caso mejor pulido de mentiras naturalizadas… son esa suerte de verdades mutantes, camaleónicas, en las que seguimos creyendo cada vez que las relatamos, al mismo tiempo que las sentimos cambiar con cada evocación… pero amamos esos recuerdos desdibujados una y otra vez… después de todo, son nuestras verdades… muestra fiel del recorte necesario y caprichoso que nos exigen las elecciones permanentes entre lo que es… y lo que es para cada unx la vida misma.

Dicho esto, dejo inaugurada esta desprolija y apológica mirada sobre el mundo en la que solo se trata de des-construir minuciosa y desvergonzadamente el camino a cada una de las verdades que nos instilan minuto a minuto.

Bebo e invito de la copa de la constricción, y aquí va la mía, la primera…

 

 

Firma:

“Yo, la peor de todas.

 Comunicadora Social fuera de ejercicio en defensa propia.

Fugitiva Universitaria de frustraciones innecesarias

 a la luz de las tantas ineludibles que transito cada día”

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