LA COLUMNA HUERTERA II

*Por Julián Morrone

Nutrición y mejora del suelo

¡Buenos días huerteros!

En la columna anterior hemos visto algunos principios, características y planificación de nuestra huerta.

En esta ocasión veremos aspectos relacionados a la nutrición y mejora del suelo.

Se denomina suelo a la parte superficial de la corteza terrestre, biológicamente activa, que proviene de la desintegración o alteración física y química de las rocas y de los residuos de las actividades de seres vivos que se asientan sobre él.

Primero veamos: ¿Cómo está compuesto el suelo?

En líneas generales, el suelo está compuesto por cuatro componentes básicos:

  • Aire
  • Agua
  • Minerales.
  • Componente orgánico.(1-5% aproximadamente)

La parte mineral está compuesta por: Arena, Arcilla y Limo

(En la columna anterior realizamos una sencilla experiencia para determinar los porcentajes de cada uno de estos componentes).

Un suelo óptimo sería aquel que encuentre el equilibro entre arena, limo y arcilla, y que tenga la mayor cantidad posible de componente orgánico.

El exceso tanto de arena como de limo en nuestro suelo será perjudicial, uno la hará más permeable de lo debido, no permitiéndole retener el agua necesaria y el otro la hará impermeable, inundándola con las lluvias y el riego.

Si las proporciones se aproximan al ideal, nuestro suelo será franco y cultivable.

Nuestra tarea entonces será aumentar al máximo esta proporción de materia orgánica.

¿Cómo?

Con abonos o fertilizantes.

Un fertilizante o abono es cualquier tipo de sustancia orgánica o inorgánica que contiene nutrientes en formas asimilables por las plantas.

Existen diversas maneras de nutrir nuestra tierra, como por ejemplo:

Restos de hojas y pasto, sirve de paso para limitar el crecimiento de malezas y evitar la rápida evaporación del agua de riego de nuestra huerta.

En esta ocasión trabajaremos con los abonos compuestos. (Composteras)

Los abonos compuestos son materia orgánica que se trasformará con los meses en materia inorgánica con ayuda de los descomponedores. Materiales biodegradables.

Son varios los métodos para preparar el abono compuesto, pero todos tienen la misma base:

Apilar distintos materiales en capas, intercalando restos de vegetales verdes, restos de cocina, paja, estiércol, tierra y así sucesivamente.Hay que regar la pila para asegurar una buena cantidad de humedad y protegerla con algún material (plástico o chapa), para evitar que las lluvias perjudiquen la “fermentación” del preparado.

IMPORTANTE: Si no aparecieran lombrices en la abonera, conviene agregar algunas. Existe una lombriz pequeña, de color rojo vivo, que se encuentra en las bostas maduras, que acelera el proceso de transformación.

Presentamos a continuación algunas variantes .Elegiremos al más acorde a nuestro espacio, terreno o características de nuestra huerta.Si estás empezando, te recomiendo alguna de las dos primeras:

En Pozo: Una forma muy utilizada consiste en acumular los desechos en pozos o zanjas. Este sistema es apto para zonas secas.  En cambio, en zonas húmedas, es recomendable solamente en verano, ya que en invierno, el exceso de humedad  “pudre” el preparado.

En tacho:Necesitamos un tacho de 200 lts., sin tapa ni fondo con agujeros en toda la superficie. Para mayor comodidad, podemos asentarlos sobre ladrillos, dejando un espacio (que taparemos con una madera), por donde extraeremos el compuesto más adelante. Vamos tirando en él, todos los días, los restos de cocina (yerba, cáscaras), hojas, pastos, yuyos con raíces, etc…

Abonera de acumulación: Necesitamos construir una superficie de corralito, en donde depositaremos pastos secos y verdes, restos de podas (menos ramas gruesas u hojas duras como la del gomero), estiércoles, etc.

Como el anterior, conviene cubrirlo con una chapa o plástico para evitar que las lluvias lo encharquen. Al cabo de un par de meses, se saca el contenedor de alambre y se deja la pila de materia orgánica. A unos tres metros se vuelve a armar el corralito para comenzar una nueva abonera.

¿Cuándo estará listo para usar?

En verano, el abono estará listo para ser usado al cabo de dos meses. En invierno, en cambio, demorará unos meses más (cinco o seis).

Podemos ir revisándolo. El abono orgánico estará “maduro” cuando ya no nos sea posible distinguir los  residuos que le habíamos incorporado, es decir, cuando esté lo suficientemente desintegrado y tenga un aspecto de tierra negra y esponjosa. Si lo olemos, tendrá buen olor, a tierra fértil.

Se separa el abono con una horquilla o con una zaranda de 1 cm. de malla. Obtendremos así 3 tipos de materiales:

  • Uno más grueso, formado por el material aún no descompuesto. Con éste iniciaremos una nueva abonera.
  • Uno mediano, que no atraviesa la zaranda. Lo usaremos como capa protectora del suelo y entre las plantas. A esto le llamaremos “mantillo” o “abono de superficie” que, además de funcionar como abono, evitará que crezcan yuyos y que la tierra se reseque.
  • El material más fino y grumoso lo podemos usar como capa superficial de los almácigos y en los tablones (ya sea colocándolo en los surcos de la siembra directa, o en los hoyos al hacer los trasplantes).

¡Manos a la tierra y nos vemos en la tercera columna quincenal con “La siembra”!

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