Cuando el diagnóstico no alcanza: salud mental infantil y juvenil en el centro del debate
El psicólogo Marcelo Piñeyro analiza las limitaciones del paradigma biologicista en la salud mental y propone nuevas formas de pensar los diagnósticos.
🎧 Escuchá el audio completo de la columna “Con el foco en el diagnóstico”, emitida en La Maraña
La salud mental de niños, niñas y adolescentes se ha convertido en un terreno de disputa entre distintas formas de entender el malestar psíquico. En esta nueva entrega de su columna, el doctor en Psicología Marcelo Piñeyro compartió las líneas de trabajo que desarrollan junto al doctor en Neurociencias Damián Revillo, con una mirada crítica sobre los aportes dominantes de la neurociencia en el ámbito educativo y terapéutico.
Ambos investigadores vienen coordinando talleres y cursos desde hace cuatro años, especialmente con docentes, para revisar los criterios con los que se diagnostican y abordan los problemas de salud mental en la infancia. “Lo que falta es discusión transdisciplinar y empezar a pensar juntos —señaló Piñeyro—, no sólo desde las disciplinas, sino desde las escuelas, las familias, con alternativas reales”.

El equipo trabaja en conjunto con profesionales de diversas instituciones, investigando cómo se define y opera el diagnóstico en cada espacio. Buscan contrastar los discursos dominantes con los aportes de la llamada psicología crítica, apoyándose en autoras como Eugenia Bianchi (CONICET) y en otros referentes que abren preguntas sobre los efectos de clasificar el sufrimiento humano.
Según explicaron, muchos de los diagnósticos actuales están fuertemente influenciados por la industria cultural y los intereses del mercado, en especial los ligados al marketing neurocientífico, que reducen el malestar a desbalances químicos o cerebrales, descontextualizados de las condiciones sociales.
A partir de su vínculo con grupos de investigación en la UNC, el equipo de Piñeyro y Revillo ha encontrado que incluso dentro de las ramas más sociales de la psicología, existe poco cuestionamiento a los datos que provienen del campo de las neurociencias. Por eso consideran importante disputar sentido desde un lenguaje común con psiquiatras y otros profesionales.
El eje de su trabajo no es negar la existencia de problemáticas de salud mental, sino poner en discusión cómo se nombran, quién lo hace y desde qué marcos. Hay un discurso bajado por los poderes dominantes que tiende a culpar a las personas por lo que están pasando, dejando de lado que vivimos en una sociedad profundamente enferma.
Niños, niñas y familias enteras terminan reproduciendo discursos biologicistas sin otras herramientas para comprender lo que les ocurre. La falta de tiempo, los bajos ingresos y la precarización de la vida también atraviesan a quienes crían y educan.
“Cuando comprendés que las posibles causas de un fenómeno multicausal tienen que ver con la economía, con la cultura, con el tiempo que los padres pueden estar en casa, todo empieza a adquirir otra dimensión”, remarcó el columnista.
La invitación es a pensar desde una perspectiva comunitaria, donde la salud mental sea una construcción social que ponga en el centro la vida digna, el acompañamiento mutuo y el trabajo colectivo. Escuchá la columna completa y sumate a la reflexión.

