Una acción directa
Llegan en auto, hace calor. Descargan las reposeras, la mesa y la parrilla. Los niños emocionados corren y gritan. Las mujeres también gritan, para que se calmen mientras llevan las canastas rebosantes de comida. Los varones llevan el carbón, la conservadora repleta y más gaseosas en una bolsa plástica. La calle de tierra termina en una barrera que los obliga a dejar el vehículo lejos, hacen dos viajes para descargar todo el campamento.
Nada, en el imaginario turístico —tanto local, como importado— es más placentero que pasar el día en el río con asado y música incluida. Pasan una jornada a puro sol, disfrutan de los manjares que llevaron, se dan licencias para tomar varios tragos. La sombra a la orilla del río les da cobijo a la hora de la siesta ¿Qué más se puede pedir?
La retirada es más fácil, más liviana. Ya no tienen el asado, ni el carbón, las canastas van vacías, atrás queda un día inolvidable…y también quedan tirados los pañales, las bolsas plásticas, los restos de frutas y de yerba, las latas de cerveza y de atún, los envases plásticos, las botellas de vidrio, algunas de ellas rotas. En el mejor de los casos las bolsas repletas de desperdicios quedan colgadas de los árboles esperando llegar mágicamente al camión recolector.
Ésta es una escena que se repite todos los fines de semana desde que comienza el calor. En Anisacate, en la bajada de la calle Comenchigones, en Villa del Río, el panorama los días lunes es desolador, no solo por la cantidad de basura desparramada y las botellas plásticas flotando en el rio, sino también porque la base de algunos árboles están quemados por el fuego de los asadores.
Frente a esta situación el último viernes un grupo de vecinos de los barrios de Villa del Río y Parque San José de Anisacate se juntaron espontáneamente y decidieron hacer una acción directa y concreta. Sin esperar, sin preguntar, por un lado recolectaron la basura que hacía semanas que estaba tirada y que las crecidas no alcanzaron a llevarse. Pusieron carteles en los árboles advirtiendo que allí no hay recolección, recordando que el río es todxs y que a todxs nos compete su mantenimiento. Y para completar la jornada también colocaron dos tachos al final de la calle, junto a la barrera de ingreso al río, ya que solo hasta allí llega el servicio de recolección de la Municipalidad, todo esto financiado por los propios vecinos.
Los habitantes de esta zona llevan años reclamando, no solo por la limpieza sino también para que haya más control sobre el uso de las orillas del río. Cientos de llamados y notas presentadas a las autoridades, sin embargo la escena se repite y la mugre se acumula. Está claro que la responsabilidad no es solo del Estado —aunque es quien debe hacer cumplir las ordenanzas vigentes—, también son responsables las personas que llegan a disfrutar de tan bello lugar, que en general tienen poco respeto, ya no por la naturaleza, si no por las demás personas que comparten el espacio.
Iniciativas como la de los vecinos de Villa del Rio y Parque San José, muestran que no es tan difícil realizar obras sencillas. Son iniciativas positivas, educadoras y que llevan mejoras de forma inmediata.
Solo resta despertar la conciencia de todxs, de los vecinxs, de los visitantes y por supuesto de las autoridades municipales.